El olor a humo y la tristeza invade las calles del centro de Hermosillo

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La fachada ennegrecida, un vehículo de la policía municipal y rostros de tristeza acompañan la mañana en el lugar donde murieron 23 personas tras el incendio del sábado en el centro de Hermosillo, Sonora.

📷 Fotos: Judith León

Hermosillo, Sonora. – Huele a humo y la tristeza se respira en el aire. Se refleja en cada vitrina, en cada rostro que camina por estas calles del centro de Hermosillo, donde una explosión en un local comercial (la tienda Waldo’s) la tarde del sábado 1 de noviembre, cobró la vida de 23 personas y dejó a 12 más heridas.

Se observa poca gente en estas calles y poca actividad. Algunos comerciantes pensaban que, como en cada fin de semana de quincena y en plena conmemoración del Día de Muertos en todo el país, habría más movimiento. Pero este domingo se siente distinto. El bullicio habitual se apagó. Los puestos semifijos siguen abiertos, con la mercancía acomodada a ras de suelo, mientras los vendedores hablan en voz baja, con la mirada perdida.

En las cuadras aledañas a la tienda Waldo’s, sobre la calle Doctor Noriega, el aire todavía huele a quemado. En la esquina, ciudadanos han dejado una ofrenda: flores de cempasúchil, una corona artificial, un par de veladoras, un hot dog y una botella de agua. En el suelo, quedan restos de cinta amarilla que recuerdan que el área estuvo acordonada.

Un pequeño altar al lado de las vallas de seguridad con un pan, agua y una veladora en honor a las personas que perdieron la vida, mientras en el país se conmemora el Día de los Muertos

A un lado del dolor, se mueve la rutina. Policías custodian la zona mientras peritos trabajan dentro del comercio calcinado, recolectando pruebas que ayuden a completar la investigación. Las autoridades no se han presentado este domingo para ofrecer declaraciones, y las cifras oficiales siguen siendo las mismas: 23 defunciones y 12 personas lesionadas.

Este es el panorama de la calle donde se encuentra la tienda Waldo’s donde ocurrió la explosión mortal.

El centro de Hermosillo, acostumbrado a la vida y al ruido, hoy guarda silencio. Los comerciantes bajaron el volumen, guardaron las bocinas y muchos optaron por cerrar antes. “Pensamos que iba a haber más clientes, pero la gente anda triste, todavía impresionada”, dice una mujer detrás de un puesto de ropa.

La ciudad parece contener el aliento. Entre la mezcla del humo y el olor de las flores, Hermosillo honra a sus muertos. La vida continúa, pero con un paso más lento, con la mirada hacia ese edificio negro que se ha vuelto símbolo del dolor de todo un barrio.

Al interior de la tienda Waldo’s hubo una explosión que desencadenó un incendio, entre los afectados reportan que habían niños.

A través de la cuenta de X, la Comisión Estatal de Protección Contra Riesgos Sanitarios del Estado de Sonora informó que los funerales serán pagados por el gobierno de Sonora, por indicación del gobernador Alfonso Durazo.

https://twitter.com/COESPRISSON/status/1985030795623358750

Ciudadanos montan ofrenda en memoria de víctimas del incendio en la tienda

En el transcurso del domingo, decenas de personas se acercaron lo más que pudieron a lo que quedó de la tienda Waldo’s. Algunos querían constatar lo que vieron en periódicos o en redes sociales, mientras que otros, quienes fueron compradores del establecimiento buscaron y encontraron una forma de recordarlos o de solidarizarse, llevando algún objeto a manera de ofrenda.

A pocos metros del establecimiento, la señora Yolanda quiso pasar a persignarse y a expresar su sentir por las muertes y lesiones de las personas que estuvieron en Waldo’s, ella había ido algunas veces a comprar “galletitas” y, antes de tomar un camión de regreso a su casa pasó por el lugar.

El negocio de Hugo Candiani está a 60 metros de donde se registró el incendio.

Hugo Candiani, quien es propietario de un café que está a unos metros de la tienda, expresó que no tiene palabras para expresar lo que ocurrió; él y su equipo visitaban con frecuencia la tienda, varias veces durante el día, lo que se ofreciera iban a buscar entre la variedad de productos que tenían en venta.

Las chicas, dijo, que trabajaban en el lugar también eran clientas de su café, entre todos ponían el práctica la actitud del buen vecino, consumirse entre sí. A las muchachas que trabajaban en Waldo’s no las recuerda de nombre, pero sí sabe que han de tener entre 19 y 25 años.

En la esquina de Doctor Noriega y Matamoros, narró que en dos ocasiones hubo bajones de energía, que anticipaban lo que sucedería después, un par de explosiones que dejaron al sector comercial sin luz para seguir operando en los establecimientos aledaños a la tienda que ardió en llamas y que cobró 23 vidas, además de dejar 15 heridos de distintas edades, según la información oficial.

Según sus registros, el primer y segundo apagón tuvieron diferencia de segundos. En el primero salió a asomarse y verificar que ocurriera lo mismo con los vecinos, no sólo en su café; seguía en la banqueta cuando vio que la explosión fue para arriba, no en el subterráneo. Se asomó a la esquina (no hay más de 60 metros entre el negocio de Candiani y la tienda incendida) desde donde pudo darse cuenta de lo que pasaba en la tienda, de que “tronaron” los carros que estaban estacionados afuera. Todo fue muy rápido, dijo, no hubo tiempo de auxiliar a las personas.

Cliente de Waldo’s ha hecho guardias

Roberto Saavedra es vecino de la colonia Centro y fue cliente recurrente de la tienda Waldo’s, estuvo en el establecimiento una hora antes de que ocurriera la desgracia. Había hecho planes para regresar, pero no hubo oportunidad de volver. Es intendente de una escuela.

Desde que se percató del incendio montó una guardia, una vigía en el sector, estuvo por la tarde y durante la madrugada, el domingo 2 de noviembre estuvo cerca constantemente. Como varios ciudadanos, participó en la colocación de una ofrenda en memoria de las víctimas, mostrando empatía y respeto por lo que les ocurrió.

Comentó en entrevista para Conecta Arizona que puso parte de la mercancía que compró el 1 de noviembre, una biblia, algunos detalles decorativos; después regresó con una guirnalda de papel picado de distintos colores, colocó una cruz de sal, como se acostumbra en la tradición mexicana de los altares por el Día de Muertos, y ocasionalmente se acercaba a acomodar las flores, velas, dulces y otros artículos y alimentos que otras personas pasaron a dejar junto a la valla de la esquina de Doctor Noriega y Matamoros.


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Autor(a)

Judith León es reportera y editora originaria de Hermosillo, Sonora, México .
Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Sonora y está diplomada en Periodismo Digital por el Instituto Tecnológico de Hermosillo y por la Universidad Kino.
Forma parte del equipo ganador del Premio Nacional de Periodismo 2014 en la categoría de Cobertura Noticiosa.
Escribe narrativa, tiene obra publicada en varias compilaciones y es coautora del libro De ladrillo, concreto y asfalto, del Colegio de Ingenieros Civiles de Sonora.

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