¿Un caldito? Para el calor… y que vengan las lluvias

Una tradición en honor a San Isidro Labrador en Magdalena de Kino

➡️ Lucía Fernanda Celaya Urrea / Plumas Invitadas

En mi pueblo, cada historia tiene un sabor, una raíz y un momento para ser contada. Magdalena de Kino, Sonora, no sólo presume su título de Pueblo Mágico: también conserva con orgullo las tradiciones que dan identidad a su gente.

Una de esas tradiciones se revive cada año durante el Festival Cultural Kino que, en mayo de 2024, celebró su edición número 28. Desde hace tres años, este festival incluye en su programación la celebración del Día de San Isidro Labrador, el 15 de mayo. Pero, ¿por qué San Isidro tiene un lugar tan especial en esta fiesta?

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San Isidro: el origen de una comunidad

En Magdalena existe un barrio llamado San Isidro, cuyo nombre tiene raíces históricas que se remontan a la llegada de los franciscanos en 1768. Según el cronista local, Víctor del Castillo, esta zona ya era considerada fértil en tiempos de los jesuitas, quienes, junto con los pueblos originarios, no permitían la entrada de colonos ajenos. Fue hasta la llegada de los franciscanos cuando se establecieron allí los primeros colonos “blancos”, quienes descubrieron tierras propicias para la siembra.

Con el tiempo, esta zona se convirtió en un barrio agrícola que rendía homenaje a San Isidro Labrador, patrón de los agricultores. Y con él, nació también una tradición culinaria.

El pozole de milpa: una herencia campesina

Según la señora Carmen Piñuelas Rivera, hija de doña Virginia Rivera -considerada pionera de esta costumbre-, fue en la década de 1950 cuando se empezó a preparar un caldo especial en honor a San Isidro. El platillo reunía ingredientes frescos de temporada: legumbres cosechadas en mayo, trigo sembrado en tierras cercanas, y carne y hueso de res. Muchos de estos ingredientes crecían naturalmente en la orilla del Río Magdalena.

Ese día, los vecinos del barrio salían en procesión con la imagen del santo, caminando de milpa en milpa, y luego se reunían para cocinar lo que hoy conocemos como pozole de milpa o pozole de trigo. Era un acto de fe, comunidad y agradecimiento por la cosecha.

Cocinar en comunidad: del palo encebado a la rocola

El ritual incluía juegos tradicionales como el palo encebado, la lotería y, por la noche, un baile amenizado por una rocola. Las familias cocinaban el caldo en botes metálicos que originalmente contenían manteca (usada también para hacer tortillas de harina), y que se lavaban y guardaban especialmente para esa fecha.

Con los años, la costumbre se fue extendiendo más allá del barrio. Cada 15 de mayo, familias de la región se reúnen en la cancha deportiva del barrio San Isidro para celebrar con una gran pozolada colectiva, abierta a quien quiera acompañarlos.

Tradición, historia y sabor

Este platillo -hijo de la tierra, de la temporada y del esfuerzo comunitario- es hoy una parte viva del Festival Cultural Kino. Tiene sentido: fue el propio padre Eusebio Francisco Kino, antes que los franciscanos, quien trajo muchas de las semillas que florecieron en esta tierra, según consta en su obra Favores Celestiales. Él y los jesuitas enseñaron a los pueblos indígenas a sembrar, cultivar y subsistir en estas tierras áridas.

Así, cada cucharada de este caldo campesino es también una cucharada de historia. Porque en Magdalena de Kino, la comida también es memoria.

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