¿Cuál es la receta del éxito como mujer y qué es lo más difícil de ser mujer? La vida, el trabajo, la maternidad (o no), las contradicciones, el placer culposo, el síndrome de la impostora, el activismo y la lucha, la brecha salarial: con estas preguntas y temas, entre tantos otros, Conecta Arizona celebró y conmemoró el Día de la Mujer en un show especial de radio en el que Maritza L. Félix entrevistó, en una conversación simultánea, a cinco periodistas –hispanas y migrantes también- que contaron sus impresiones personales y anécdotas que retratan el presente y los desafíos de la mujer, ante un nuevo 8 de marzo.
Valeria Fernández, Beatriz Limón, Lu Ortiz, Liliana López Ruelas y Dagmar Thiel compartieron sus impresiones, en ronda de amigas junto a la directora de Conecta Arizona, en esta edición especial de La Hora del Cafecito☕en radio.
️🎙️ Nos acompañan mujeres maravillosas a las que admiro; mujeres bravas, luchonas, que no se dejan vencer, que se caen y se levantan, que se limpian las lágrimas, que paren (o no), que crian (o no), que son una fuerza profesional, un ejemplo que dejan huella y abren camino. Y que además tengo la dicha, la bendición, la fortuna, de llamarlas amigas. Les voy a pedir que se presenten con el ingrediente favorito que tienen en sus comidas. Empezamos con Beatriz Limón, que también es mi comadre. Ella es periodista independiente, reportera, editora, fotógrafa, y también es reportera para Arizona Luminaria. ¿Qué es lo más rico que tienes en tu cocina?
Beatriz: “Hablando de ingredientes, tengo un show televisivo de cocina también, en Youtube (Cocinando con Limón). ¿Qué es lo más rico? Diversificar, llegar a un lugar donde dices ‘por fin llegué a casa’. Luego de un largo recorrido como periodista, te puedo decir que este es uno de los proyectos más importantes de mi vida, estoy haciendo lo que me gusta, con las personas que me gustan y dando un contenido que hace mucha falta para Arizona, para las comunidades que son minoría, la gente de color, los latinos, los indígenas. Estamos trabajando con el corazón en la mano pero aparte con mucha pasión y con mucho profesionalismo. Tenemos un equipo maravilloso, entonces me siento ahorita muy plena, muy completa. Emigré hace ocho años a Estados Unidos, fue un camino no muy fácil que digamos, fue algo escabroso. Entonces puedo decir que el tiempo siempre ha estado en mi contra y he llegado a un lugar donde puedo sentir que es, que aquí soy. Aquí me estoy desarrollando como realmente quería”.
️🎙️ Qué bonito que eres el ingrediente secreto de tantos proyectos, pero dime ¿con qué ingrediente cocinas siempre? ¿Cuál es tu favorito? Por ejemplo, yo te puedo decir que a mí me encanta el chamoy, para cocinar también. ¿Para ti cuál es?
Beatriz: “¿Qué me gusta? El cilantro, que le pongo a todo: al arrocito, en el caldito, a todo le pongo cilantro porque le da un sabor exquisito. Yo soy chica cilantro. Ese es mi ingrediente”.
️🎙️ Qué rico, qué rico. Y ahora nos vamos hasta Washington DC, donde nos acompaña nuestra queridísima Dagmar Thiel, directora de Fundamedios en Estados Unidos. Hace poquito me integré a la mesa directiva de esta organización, que -entre muchísimas otras cosas- se encarga de la defensa de los derechos de la libertad de prensa, pero también de empezar a tener conversaciones sobre desarrollo sostenible y otros temas que en Latinoamérica habían estado siendo ignorados y acá en Estados Unidos en español ni se diga. Además Dagmar es periodista y le encanta hacer investigación de todo. Bienvenida, ¿cuál es tu ingrediente?
Dagmar: “Muchísimas gracias, la verdad un gusto enorme estar en esta mano de barajas tan maravillosa, repleta de mujeres fuertes, de reinas fuertes, una belleza poder compartir este espacio. Mi ingrediente la verdad es que no es que lo incluyo tanto en la cocina aquí, pero si me preguntas qué es lo que más me gusta, es el verde, el plátano verde con el cual se cocina en Ecuador, en la zona de Manabí. Mucha gente lo relaciona con los patacones, con los tostones. Por ejemplo, en Manabí, donde paso en Ecuador, se usa muchísimo, se come con pescado, en el desayuno, a toda hora. Cuando puedo aquí hago mis bolones de verde, mi sopa de bolones de verde, o bolones con el desayuno, que me encantan. Algo que tengo con mayor frecuencia es la nuez moscada, que es un ingrediente que me encanta”.
🎙️ De Washington nos vamos hasta Palo Alto, California, con Lu Ortiz. Ella es becaria JSK, uno de los programas más prestigiosos de periodismo de todo el mundo, no nomás de Estados Unidos. Y tenemos todo el sabor y representación latina con ella, que además toca uno de los temas más importantes en la actualidad, que es la salud mental. Lu, bienvenida, ¿con qué cocinas?
Lu: “Primero que nada, estoy muy emocionada, hace mucho que no las veía, y nunca las había visto a todas juntas. La verdad que yo cocino con pimienta negra. Para mí el guiso está bien, las cosas están en orden y me gusta la pimienta negra fresca, ya sea en el mortero de piedra (las mexicanas tenemos el molcajete, pero puede ser un pequeño mortero de piedra) y cuando avientas eso, además de que le da cierta textura, es como que el sabor se eleva. No obstante, yo soy el chile habanero: al principio no tienes idea de lo que va a venir, pero ya cuando está en full presencia te destruye la cara. Es muy mi personalidad, yo realmente soy el chile habanero y cocino con pimienta negra”.
🎙️️ Ahora volvemos a Arizona y nos vamos hasta el sur del estado, con Liliana López, editora de La Estrella de Tucson. Ahorita que la escuchen van a decir ‘esa voz me suena conocida’. Pasa que Liliana nos hizo uno de los episodios más deliciosos del podcast Cruzando Líneas, llamado ‘El sazón’, y gracias a ella conocimos un montón de nuestra historia y de las organizaciones que se encargan de rescatarla acá en Arizona. Liliana, bienvenida.
Liliana: “Qué coincidencia, no puedo negar que los temas de la cocina y de la comida me atraen, me jalan. Me da muchísimo gusto que me hayas invitado y muchísima alegría de ser parte de este grupo y platicar hoy; las admiro a todas. Pues muy ‘sonorensemente’ (por Sonora, México), el chile colorado me encanta y diría que las enchiladas y los chilaquiles son los platillos favoritos de mis hijos. Así que en mi casa por lo menos una vez a la semana se hace algo con chile colorado y, si además tengo queso fresco sonorense, de la región, entonces ya estamos completos”.
️🎙️ Pero en un lugar en el que no comen mucho chile es en Uruguay. De allí es mi comadre Valeria Fernández, que está en Phoenix. También su voz les va a parecer muy conocida porque somos comadres en todos lados. Ella es editora jefa en Palabra y copresentadora y coproductora conmigo en el podcast Comadres al Aire, en el que hablamos de la salud del vientre al subconsciente. Comadre Valeria, ¿cómo estás?, ¿con qué cocinas?
Valeria: “Te faltó decir ‘cómplice’ también, dentro de los ‘co’. Es terrible lo que les voy a decir: no soy tan sabrosa, lamento decir que no soy tan picante. Soy medio ecléctica, porque según la temporada cambio, porque me gusta experimentar y me gusta aprender de lo que me sugieren otras personas. Entonces no tengo una sola cosa única. Toda mi vida, como soy uruguaya y allá hay mucha influencia italiana, el queso siempre ha sido el ingrediente presente en mi familia. Me acuerdo que mi abuela Chela preparaba una cosa que se llama pascualina, que es como una especie de quiche de espinaca o de acelga y ella me decía que el secreto –porque yo siempre quería que me quedara como lo hacía ella y nunca me quedaba- es que le ponga mucho queso parmesano; entonces yo compraba acá en Estados Unidos, que venden tachos de plástico (de queso), y le metía el tacho entero, y así fui perfeccionando la receta de mi abuela. Me encantan las distintas variedades de queso, de todo tipo; me encanta comerlo solo, o agregarlo. Pero ahora, como estoy pasando por una etapa de menos lácteos, empecé a adoptar el jengibre, el jengibre fresco como algo que me encanta ponerle a mis vegetales: lo rayo, lo pongo en cubitos, me encanta también tomar té de jengibre. Me gusta mucho porque es como picante y refrescante a la vez, y para quienes somos medio sensibles de nuestro estómago, nos ayuda bastante. Por eso digo que no soy tan sabrosa porque a veces batallo mucho con las cosas picantes, entonces tengo que buscar mis alternativas y el jengibre ha sido como el ingrediente secreto que le da sabor y un poco de picazón a las cosas”.
️🎙️ Y les preguntaba cuál era su ingrediente favorito porque, para la vida de muchos, la mujer es el ingrediente secreto del éxito. Para que una buena cocina, para que un buen platillo sepa bien, se pueda degustar a gusto, tiene que tener toque femenino, y estoy hablando de la vida también: del trabajo, la maternidad o la no maternidad, las luchas y los derechos sociales, el activismo. Eso me hace pensar cuál ha sido la receta de su éxito como mujer en toda la complejidad que esta palabra engloba: no estamos hablando solamente de la mujer profesionista, de la mujer que pare, de la que estudia, de la que siempre está demostrando, sino de la sola esencia de que si hoy nos sentamos, respiramos y decimos ‘soy mujer’. ¿Cuál es mi receta del éxito como mujer?
Lu: “Para mí, la receta en primer lugar, y pensando mucho en Simone de Beauvoir, fue convertirme en mujer. O sea, el hecho de haber nacido mujer no necesariamente me daba todas las herramientas y los instrumentos que necesitaba para ser mujer en todas sus dimensiones. Este año cumplí 50 y soy una persona con menopausia. Entonces, el secreto para mí de ser mujer en primer lugar es comprender que yo sola no voy ni a la esquina y que estar con todas ustedes para mí ha sido el enorme regalo de mi vida. Y todas nos conocemos de nuestra edad más adulta, no somos amigas de niñas. Para mí, el mayor regalo justamente es ser mujer en comunidad. Y la segunda muestra de éxito es ser el hombro gigante sobre el que otras mujeres crecen. Mi gran logro es ver a las mujeres jóvenes paradas sobre mi cabeza y aventarlas hacia arriba con toda la fuerza, elevar a las otras. Es algo que me llena de fuerza; tengo la piel chinita. Para mí, el hecho de decir ‘vas para arriba, tú puedes, acá te estamos haciendo fuerza’ es el mayor éxito de mi vida hoy”.
️🎙️ Ya que hablas de la fuerza y el empuje, yo recuerdo -y he tenido bastantes cafecitos con mi querida Beatriz- que una de esas fuerzas fue y sigue siendo su mamá desde la eternidad. Ella fue la gigante en la que pudo plantar sus pies y echó sus raíces. Beatriz, ¿es tu mamá parte de la receta del éxito?
Beatriz: “Creo que todas venimos cargando generacionalmente con nuestros antepasados, es una parte de nosotros. Para mí el éxito es estar completa con lo que eres, estar feliz con lo que tienes. Creo de chica que nací con corazón de león, siempre he dicho. Tuve muchas cosas en contra, desde mi niñez. Por ejemplo, yo siempre fui gordita, muy alta, siempre me estaba comparando en lo estético, entonces tuve que aprender a quererme como era, tuve que aprender a aceptarme y de pequeña me di cuenta de que no tenía los sueños que tenían las demás niñas. Por ejemplo, nunca soñé con tener hijos, no soñaba casarme, yo soñaba hacer cosas diferentes; creo que esa aceptación vino desde muy pequeña. Aparte yo siempre era como la justiciera, siempre he sido como entre mujer y activista, defensora de los derechos, y si algo no me gusta siempre he levantado la mano y no me he quedado callada. Entonces, mi secreto es aprender a aceptarme y ser feliz con lo que tengo. Creo que eso me ha ayudado a evolucionar como ser humano. Ahorita tengo 49 años pero me siento plena, siento que ha habido un proceso de cambio en mi vida que ha sido para bien. Entonces siento que los pasos que he seguido los hice de manera paulatina y de forma correcta. Es mi posición, para otras mujeres a lo mejor es tener hijos, casarse o tener grandes trabajos. Yo siento que estoy haciendo lo que me gusta, me estoy realizando, me siento plena como mujer y como profesionista también. Así que el secreto para mí, en lo personal, es aceptar lo que la vida me dio y hacer con ello lo mejor posible”.
️🎙️ Muchas personas nos preguntan cómo Beatriz y yo nos podemos llevar tan bien, porque ella es directa, no se anda por las ramas, es casi blanco o negro, y yo soy muy conciliadora, que si le hacemos por acá, por allá. Es como mi Pepe Grillo de mi conciencia.
Beatriz: “Tienes que hacer esto, no te quedes callada, aprende a decir que no”.
️🎙️ Además es una de las mejores compañeras de viaje que he tenido en mi vida, déjenme confesarles que no hay viaje en el que el nombre de Beatriz Limón no se tenga que convertir en hashtag.
Beatriz: “Sí, soy muy divertida, y lo acepto”.
Liliana, ¿qué es el éxito para ti? ¿Qué ingrediente debe tener esa receta para sentirte como una mujer exitosa en toda la palabra?
Liliana: “Creo que el secreto de verdad es algo que estoy descubriendo, que he empezado a descubrir muy recientemente. Creo que el secreto está en el ser: como decían, yo no elegí nacer mujer, pero me encanta, amo ser mujer. Ahorita que estamos hablando y reflexionando y de alguna manera conmemorando el día de la mujer, ojalá que esta celebración sea transitoria, ojalá llegue el día en que ya no sea necesaria. Hablando de dónde está el secreto del éxito, creo que está en el ser, en el ser consciente, en el disfrutar lo que eres, en el replantearse el sentido por ejemplo de la abundancia. Ahora yo me siento abundante, todavía no soy abundante económicamente (ya llegaré a ser), pero me siento abundante de ideas, de posibilidades. Y luego cómo van evolucionando las cosas, cómo voy desarrollando mi ser: antes yo no quería quedarme callada porque creía que una mujer tenía que elevar siempre su voz, y veía el llanto y los silencios como signos de debilidad. Ahora cada día quiero hacer más silencio, cada día quiero callarme un poquito más, escuchar un poquito más, sentir un poquito más. Cada día quiero querer más conscientemente. Creo que el éxito, la emoción y mi futuro está en el ser: ahí me estoy sintiendo más plena últimamente”.
️🎙️ Qué poderoso lo que dices: muchas veces tratamos de llenar los silencios porque no nos gusta lo que nos está gritando, a nosotras mismas y a nuestro ambiente. A veces los silencios pueden ser muy poderosos, y me gusta que seas congruente con tu ser y con tu estar porque lo hemos visto mucho. Vale, comadre.
Valeria: “Voy a retomar la idea del ser. Hace muchos años alguien me preguntó que si tuviera que regresar y decirle algo a mi Valeria adolescente, ¿qué le diría? Sin duda, y fue algo que se me ocurrió en el momento, le dije: ‘no tengas miedo de ser quien sos’. A veces pasamos por transiciones en la vida, sobre todo para algunos durante la adolescencia, que para mí fue un proceso difícil: me sentía diferente, tenía intereses distintos, me gustaba mucho la literatura, me gustaba escribir, estaba siempre como desfasada de la edad de mi generación y me sentía a veces como hasta avergonzada de ser tan diferente o por tener gustos diferentes o intereses diferentes. Y eso como que me hizo sufrir un poco innecesariamente y claro, llegando a esta edad -estoy por cumplir 45 años- ya disfruto plenamente de aceptarme como soy, con mis defectos y virtudes. Y se siente bastante liberador el poder aceptarse así, no solamente espiritualmente, mentalmente, pero también físicamente. Porque muchas veces como mujeres, y lo hemos hablado contigo en Comadres al Aire, se nos impone muchísimo un estándar de cómo tenemos que ser, cómo tenemos que pesar, qué talle nos tiene que quedar, y que si te ven y estás más delgada te dicen ‘ay, estás bárbara, porque el año pasado estabas un poco gorda’. Tratar de ya liberarse de eso y aceptarse plena: para mí ahí está parte del secreto. Al escuchar a Beatriz hablar de su mamá, creo que también a mí me influyó bastante tener una mamá muy, no sé cómo decirlo, muy mamá, que me dio muchísima libertad para ser quien soy, que cuando yo escribía cuentos desde muy chiquita me los transfería en la máquina de escribir electrónica. Es muy dulce encontrar esas cosas que me transcribía mi mamá, que siempre me apoyó en mis sueños y que me decía siempre que soñar es gratis. Cada vez que me encuentro delirando con alguna idea loca, ya sea a nivel personal, familiar o profesional, escucho esa voz de mi mamá que me dice ‘y por qué no, soñar es gratis’. También hace eco lo que estaba diciendo Lu, tener este círculo hermoso de mujeres, abuelas, primas, tías, mamás, nuevas comadres en un país nuevo, que me siguen enriqueciendo y que me ayudan a afirmar que puedo ser quien soy sin tener miedo, que me puedo aceptar”.
️🎙️ Los amigos valen oro, qué bonita tanta sabiduría junta y más que somos todas migrantes, estamos en diferentes momentos de nuestras vidas, de nuestras carreras, de nuestros amores y desamores, dolores y pérdidas, y acá estamos con este hilo conductor que es ser: ser mujeres, ser profesionistas, ser mamás o no ser mamás, lo que queramos. Dagmar, para ti, ¿qué es el éxito?
Dagmar: “Hay muchas cosas dentro de esa pregunta y escuchando a Liliana, que hablaba del silencio, para mí como mujer parte del éxito es tener voz y ser escuchada, es tener permiso para estar en los distintos espacios públicos y poder manifestar lo que se piensa y las causas. Y esto también me viene de cuando era niña: hasta los 13 años yo era extremadamente callada, era tímida y en el colegio los profesores le decían a mi mamá ‘por Dios, a esta niña le pasa algo, llévenla al psicólogo’. A los 13 años, con la adolescencia, me dio el tema hormonal y no me han vuelto a callar, y desde entonces he levantado la voz por 20 mil causas. Creo que ese es uno de los éxitos de las mujeres: que tengamos nuestra opinión y que esa opinión sea respetada, sea escuchada, sea valiosa. Por lo demás, claro, no es un hablar por hablar: es aportar, es construir dentro de esta sororidad, ir juntas de la mano buscando cambios, mejoras. También para el éxito me inspira mucho mi madre: alguna vez en mi vida quisiera ser tan sabia, es de las mujeres más lúcidas que he conocido. Creo que conforme avanzamos en la edad las mujeres nos vamos volviendo más sabias; quisiera alguna vez llegar a una mínima parte de lo que es de ella. Es parte también de poder expresar esa voz, encontrar esa voz, y compartirla con todas y con todos”.
️🎙️ Bueno, ya que conocimos qué les gusta en la cocina y en la vida real, siendo sinceras, ¿qué es lo más jodido de ser mujer? Para mí por ejemplo los cólicos, el no sé si estoy criando o no, y mi síndrome de la impostora.
Valeria: “Yo quiero decir desde el punto de vista de mamá que da pecho: está jodido que no te vean, que no te tomen en cuenta, que no se te considere. Hasta que no lo pasas, hasta que no tenés cierta necesidad no te das cuenta de que necesitas ciertos espacios, como madre que trabaja, que viaja, para poder sacarte leche; a veces necesitas hacerlo en el avión. Hablando de alzar la voz, yo trato de hacer visibles esas necesidades que tengo como mamá que da pecho y como profesional, hablando en voz alta y pidiendo muy claramente los servicios y las acomodaciones, como dicen en inglés, utilizando palabras como pecho, leche, para que todo el mundo las escuche”.
Dagmar: “Yo te diría que la tremenda vaina de las hormonas, desde que te revolucionan de adolescente, te llega la menstruación, te toca parir con dolor y luego te viene la menstruación y te termina cambiando el genio, peleando por aquí, secándote por allá. Por favor, no hubiéramos podido tener todo ese rollo sin que las hormonas vengan a jodernos la vida”.
️ Claro, yo ya estoy a un pasito de la menopausia, se me hace, o así me lo dicen a mis 40 años.
Beatriz: “Yo algo que no he podido todavía superar es el machismo en las familias, de las propias madres, de las propias familias. Yo crecí en un entorno totalmente machista, en donde mi hermano tenía que sentarse adelante en el carro toda la vida, tenían que servirle primero, a él le enseñaron a andar en bicicleta y a manejar, y yo tuve que aprender todo sola. Eso me frustra tanto seguirlo viendo, hasta recordarlo. Como mujer, la verdad, es muy triste, porque nos deja en un plano que nos cuesta tanto llegar aquí, demasiado; nos ponen muy difícil nuestras propias familias y la propia sociedad. Ese es mi punto de vista sobre lo que yo le sufro como mujer”.
Liliana: “Justamente de eso iba a hablar yo, del machismo que viene de las mujeres, que creo que es el más complicado. Pero además hay que ser justas con nosotras mismas y reconocer que se nos fue heredando de generación en generación, que no lo vamos a cambiar de la noche a la mañana. Incluso yo muchas veces, intentando conscientemente no ser machista, lo soy. Afortunadamente tengo una hija maravillosa de 16 años que me pone el dedo en la llaga y me dice ‘¿lo mismo le vas a decir a mi hermano?’, que es cuatro años menor que ella. Efectivamente, es una lucha constante y creo que el machismo que viene de las mujeres, el que seguimos fomentando las mujeres, es el peor. Pero la buena noticia es que la solución está en nuestras manos, pero no va a ser de la noche a la mañana. Se nos ha ido transmitiendo de generación en generación, por muchísimas generaciones, y se nos quedan grabadas muchas cosas, como heridas de la infancia que se van presentando cuando menos lo creemos, cuando ni siquiera sabemos que están ahí”.
️🎙️ A mí me toca por ejemplo cuando voy de viaje y me preguntan ‘ay, ¿con quién dejaste los niños?’. Y les digo: ‘Pues con mi marido, con su papá, ¿por qué no?’. Y me dicen: ‘Ay, qué buen marido’. Pero son sus hijos también. O sea, ¿en qué momento cuando él se va de viaje me dicen qué buena mamá soy porque les cocino, les lavo la ropa y están vivos cuando llega el papá?
Lu: “Exacto. Fíjense que yo me quedé agarrada en esta noción de la herida y para mí lo más jodido es la manera como usan nuestro sexo para castigarnos y violentarnos, y que a veces es la causa de nuestra propia muerte. O sea, yo no conozco una especie en el planeta a la que por andar nomás por la calle se le abuse porque sí. Hasta hace poco lo podía verbalizar. Yo de adolescente tenía unos ataques de ansiedad brutales, porque siempre he tenido la altura que tengo, soy una persona bastante curvilínea, y para mí era absolutamente traumático cruzar la calle, traumático ponerme traje de baño, traumático andar con falda. Inclusive hoy en día, en un espacio profesional, jamás enseño pero ni el brazo. Porque siempre sentí, y me sentí, como un pedazo de carne y no estoy hablando de la parte chida de decir ‘oye, bueno, entonces yo me sexualicé a mí misma’. No. Es el hecho que ‘eres un pedazo carne y lo voy a comer consciente’: esa es la sociedad en la que crecimos, es muy jodida”.
️🎙️ Muy cierto. Y también cuando hablabas Lu de crear una tribu, porque andar sola como mujer da miedo, en muchos lugares. O sea, depende a qué horas, en donde estés, cómo vayas vestida, cuando un hombre no se tiene que preocupar de nada de esto. Estamos hablando de que solamente por nuestros atributos físicos, que sean el estándar de la belleza o no, seguimos siendo un blanco para tantas cosas. Yo las admiro muchísimo y las veo muy exitosas, pero ahorita platicaba del síndrome de la impostora: ¿cuál ha sido el momento en el que abrieron el closet, dejaron que los demonios internos se les fueran subiendo hasta el cerebro y les dijeran ‘no puedes’? Yo les puedo hacer una lista más larga de la cuaresma con estos momentos, pero este es el show de ustedes. ¿Quién se atreve a desnudar estas vulnerabilidades?
Beatriz: “Te voy a decir que los demonios no vienen de adentro. No tienen idea la cantidad de veces que me dijeron ‘no puedes’, ‘no sirves’, ‘no llegas a la esquina’, en los mismos trabajos. El boicot emocional con el que uno tiene que cargar es muy grande, pero entendí que cuando eso sucede es porque ven talento en ti. Entonces quieren hacer esto. Una empieza a trabajar con eso, empieza a vivir con eso y aprende cómo luchar contra esos demonios que vienen de afuera. Si no sabes cómo luchar con esos demonios, se vuelven tus demonios interiores. Y ese es el problema, que mucha gente viene cargando muchas inseguridades, no les dejan crecer, o dudan de su propia capacidad. Creo que el problema viene más de afuera que de adentro y yo lo he visto mucho en los trabajos, y más en el periodismo, porque hay mucha competencia. Entonces por ahí puedo detectar esos demonios”.
️🎙️ ¿Crees que una mujer puede ser el peor enemigo de otra mujer?
Beatriz: “Fíjate que no es tanto como enemigo, lo que pasa es que en las mujeres hay cosas muy particulares: siempre está la competencia, entra lo estético, son muchas cosas que entran a jugar en el rol de la mujer, que a veces no es igual con los hombres. Lo he visto también en lo laboral. Estoy diciendo que entran ahí siempre la vanidad, o porque ella es más linda que yo, porque viste así. Son cosas que entran más dentro de lo que es el género como mujer”.
🎙️️ ¿Alguna otra impostora?
Valeria: “Creo que ya tenía interiorizada esa voz y creo que de vez en cuando aparece, pero lo bueno es que los retos van cambiando y hay algunas cosas que se quedan por el camino, que a lo mejor uno no se anima a hacer porque esa voz de impostora se mete. Hay algunas ahí como que tengo pendientes y quisiera realizar, como por ejemplo publicar mi primer libro o cantar en vivo, cosas que no son necesariamente periodísticas pero que (la voz de la impostora dice) ‘ay no, no soy lo suficientemente buena, para qué le voy a hacer, a quién le va a interesar’. A veces una pasa por etapas y algunas veces es más fácil superar esa voz de la impostora. Pero lo que quería agregar a lo que dice Beatriz es que creo que es también importante convertirnos en esa voz bonita para otras personas. Por ejemplo, en mi papel como editora donde trabajo, en Palabra, tratamos mucho de hacer eso con las nuevas generaciones de periodistas: motivarles, hacerles ver esos puntos fuertes que traen y, aunque a veces quizás están aprendiendo y hay errores, resaltar esas cualidades que los hacen ser únicos y sobre las que pueden seguir creciendo. Creo que ese espacio no es tan fácil de crear en el ambiente laboral, no todos los lugares se dan cuenta de que muchas veces tenemos que dar el ejemplo o abrir las puertas, o generar un ambiente seguro para que las personas puedan volar y no estar constantemente cortándoles las alas. Eso es muy difícil, pero creo que todas nosotras, a distintos niveles y donde estamos, lo estamos practicando: hacerle un boicot a esa voz de la impostora y sustituirla con una voz diferente, por lo menos hacia los demás. Ahí cada quien tiene su lucha interna, pero debemos tratar de darle a los otros ese espacio y ese cariño para poder ser y realizarse”.
🎙️️ Me gusta como lo planteas y va muy alineado con esto del ser, que hablaba Liliana. No sé si sea el beneficio de los años diría mi mamá, o que nos está pegando de golpe la madurez, o que lo venimos construyendo durante tanto tiempo, pero por fin empezamos a saborear esto de que, bueno, me estoy empezando a gustar. Creo que muchas veces nosotras mismas somos muy crueles con lo que nos decimos a una misma, cuando de repente ya no es tan fácil bajar los kilitos, cuando de repente llega el día y te cansas y antes no te cansabas, cuando aquello que te imaginaste cuando eras niña no se cumple, cuando el plan de vida y carrera que te pidieron en la universidad que hicieras para los siguientes cinco años en realidad lo rompiste y lo tiraste por los aires porque la vida te llevó por otros lados. Y cómo vamos cambiando todo eso. Pero también creo que se va construyendo por las muchas injusticias que hemos vivido. Y acá invito a Dagmar a que nos ilumine con muchas de las historias que ella ha hecho y analizado, y es que hay muchas brechas entre las mujeres y los hombres, pero una de las más importantes es la salarial. Por ejemplo, de 2020 a la fecha han sido mis mejores años profesionales y en mi cuenta de Banco, a pesar de ser latina y emprendedora, y llegó un momento en el que dije ‘no tengo por qué justificarme’. Según yo, me estaba yendo de maravilla, pero luego comparo mi cuenta de Banco, mi salario, con el de un colega blanco, anglosajón, conservador, heterosexual, con ninguna discapacidad, y digo ‘Dios mío, estoy jodida’. Y no es justo esta realidad que estamos enfrentando, principalmente en el periodismo, donde desafortunadamente muchas personas no pueden vivir de él, o sea tienen que tener dos o tres trabajos para complementar el ingreso mínimo de una familia. Esta lucha por la igualdad salarial no es algo que nos estamos inventando las mujeres en un afán de ser un activismo feminista, sino es algo que está respaldado por datos, ¿cierto Dagmar?
Dagmar: “Sí, la verdad es que es una lucha que llevamos las mujeres en todo el mundo y en todas las carreras. Es decir, el hecho de que un hombre blanco gana mucho más que una mujer se da en todas las carreras y en todas las sociedades, incluso en Suecia o Finlandia todavía tienes una brecha salarial importante. Aquí en Estados Unidos las mujeres latinas llevamos una doble carga: de género y de etnicidad. Una mujer latina está en la parte más baja de toda la remuneración salarial: hoy, por cada dólar que hace un hombre blanco, una mujer latina gana 55 centavos. Todo lo que pierdes con tu trabajo para poder construir tu casa, aportar a tu retiro, tener beneficios en general es una suma enorme que a lo largo de una vida laboral es un millón de dólares que dejas sobre la mesa. Uno dice ‘pues mira, estoy ganando un poco menos’, pero no, a lo largo de una vida laboral es enorme. Y tiene muchas raíces: una de ellas es que, históricamente, se ha dicho que el hombre es el que mantiene la casa y la mujer pues está ahí ayudando un poco laboralmente hasta que luego tiene hijos y ahí se la penaliza, porque el seguro médico cuesta más, porque necesita tiempo para los hijos. Lo que tú haces que se quedan con su padre mientras trabajas no sucede tanto, o al menos los empleadores no lo toman como lógico, y penalizan. Pero luego también las mujeres como que nos damos por satisfechas (con la oferta salarial), nos dicen que van a pagar tanto y decimos ‘bueno, vale’. Entonces es como que no hemos aprendido a luchar porque nos da un poco de cosa pelear por dinero: peleamos por otras causas, y que la plata que haya la repartimos entre todos por igual. En cambio, los hombres históricamente han dicho ‘yo primero y voy con más, y mientras más me des no importa cuánto quede para los demás’. Hay muchos factores, pero definitivamente afecta en lo emocional, porque sabes y conoces esa comparación, y también en la capacidad de desarrollo. Y junto al tema salarial está la posibilidad de ascender a puestos directivos. Hemos visto en estos últimos dos años cambios importantes: hay más mujeres en puestos directivos, hubo ciertos avances, pero hay todavía un siglo por cambiar; para poder llegar a los mismos niveles de empleabilidad y de salarios, pasarán unos 200 años más”.
️🎙️ Iba a decir ojalá le tocara a mi hija, pero 200 años, solamente que fuéramos eternos. El 8 de marzo es una fecha en que se ha marcado en muchos lugares del mundo como la fecha para salir a la calle a protestar. Ha sido un movimiento que ha sido muy criticado porque hay mucha división dentro del mismo, por los feminicidios, por la lucha por los derechos de la maternidad, de la igualdad salarial. Hay muchas causas que utilizan esa fecha como una bandera, por eso es muy fácil encasillar todo el movimiento en una sola causa. Lu, explicanos un poquito más de qué se trata este movimiento y si tu alguna vez lo quemarías todo.
Lu: “Claro, claro, estoy dispuesta a quemarlo todo si nos tocan a una de nosotras; si yo no regreso a la casa, quémenlo todo: esa es la consigna básica del 8 de marzo en América latina. Mujer, libertad y democracia en Irán están en la misma; las mujeres que están marchando en Medio Oriente en este momento, en Jerusalén, están por lo mismo. Y es muy importante entender que cuando decimos lo quemamos todo, significa que hay un sistema homicida, patriarcal, que no está atendiendo el hecho que nosotras estamos sufriendo violencias constantes. Ojo, este gran movimiento también tiene sus aristas y adentro del espacio de las personas que marchan por el ejercicio libre, soberano y hermoso de la expresión de género hay muchísimas vertientes, es muy importante saberlo: hay personas que están de acuerdo en que marchen las mujeres trans, hay personas que están de acuerdo en juntar al movimiento de las mujeres con el movimiento LGBT, hay otro contingente en la marcha que está a favor del aborto; en Argentina, Chile y Colombia, ese es el debate ahorita. La ola verde marcha también el 8 de marzo por el derecho de las personas, por efectivamente decidir soberanamente sobre lo que nuestras cuerpas van a ser y cómo van a ser ejercidas. Marchamos porque queremos estar juntas y a eso lo llaman la brillantina, las gafas púrpuras, la sororidad, la hermandad. Es bellísimo ir caminando por el Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México, y escuchar ‘aleeeerta, alerta al que camina, la lucha feminista por América latina’. No son marchas excluyentes: los hombres están allí, están las carriolas, las abuelitas, las primas, las tías, todo el mundo está diciendo ‘las mujeres estamos aquí y somos un contingente bello’. Eso es lo que pasa el 8 de marzo, cuando van las anarquistas con los tambores, las de danzas folclóricas, las maestras, las peluqueras. Todo el mundo va a la marcha. En mi ciudad, Ciudad de México, marchan 3 millones de personas. Voy a llorar. Cuando ves ese Zocalo dices: perdón, ¿grupo de interés, minoría? Somos manada, y cuando nos colmen el plato lo vamos a quemar todo”.
Beatriz: “Es que de ese tamaño es la necesidad que hay en México y la injusticia que hay en México. Creo que en una lucha como esta no puedes ser tibia, porque como no escuchan tienes que ser caliente totalmente. Entiendo a las personas: yo perdí a mi mamá en una situación muy diferente y no tengo hijos, así que perdí lo que más quiero y entonces ya nada me da miedo, no me da miedo perder más. Entiendo a esas madres que pierden a sus hijos: ya lo perdieron todo, ya no hay más que perder. Van a todo, las entiendo y tengo empatía con ellas. Entiendo que se necesita ser muy radical en estas luchas, porque si así no nos escuchan, siendo tibios menos”.
Liliana: “Yo también quisiera decir que estoy completamente a favor de eso, que también lo quemaría todo. Si no estoy en Ciudad de México (para las movilizaciones), simple y sencillamente cada día hay formas de quemarlo todo desde el lugar donde una esté. Hay formas de levantar la bandera y de luchar con mi lucha constante día a día para ser una mamá feminista aquí en mi casa, para ser una esposa feminista, para ser una compañera de trabajo feminista, para levantar la voz, para pedir el salario. No hace mucho tiempo lo pedí en mi trabajo, no he llegado a donde tengo que llegar pero avancé un poquito. Me lleno de orgullo de haberlo hecho. Así que todos los días hay un lugarcito donde podemos quemar algo y hay una banderita que podemos levantar y plantar desde donde estemos”.
️🎙️ Escribí una columna hace un par de años donde dije que fui criada por una feminista que no sabe que era feminista. Mi mamá enviudó cuando tenía veinte y tantos años, mi papá falleció cuando yo tenía 3 años. Y yo sé que mi mamá lo hubiera quemado todo, sé que se junta con otras personas que se infartan de pensar que (las mujeres en las movilizaciones) grafitean una iglesia, pero sé que mi mamá lo hubiera quemado todo si me hubiera pasado algo a mí. Y creo que esas contradicciones con las que tenemos que vivir nosotras son parte de nuestro día a día y se convierten en parte de nuestra lucha, porque no todas las mujeres piensan igual. A lo mejor muchas marchan porque quieren los mismos derechos pero están en contra del aborto, a lo mejor otras marchan porque les mataron a sus hijos y ese es el único motivo, o porque desaparecieron a su hija, porque las desapariciones forzadas son una realidad que no podemos evitar y los feminicidios están al tope, y otras marchan porque tienen un hijo o una hija con una diferente orientación sexual con el género con el que nacieron, y es muy difícil para ella explicarle a las señoras del café que la acompañan que así es, y es muy complicado hacer las paces con esas contrariedades. Ahora que ya estamos más veteranas y valiosas, digamos así, ¿cuáles han sido las contrariedades que han tenido como mujeres que han marcado su madurez? Por ejemplo, yo soy católica por herencia, por conveniencia y por convicción, y soy una mujer de mucha fe, pero tengo muchas contradicciones con esa fe que me adoctrinaron de niña. Esa es una de las contradicciones con las que vivo y con la que todos los días busco en una balanza hacer como el equilibrio.
Liliana: “Una de las cosas que se me hace súper difícil y bien complicada de manejar, y vuelvo a poner como ejemplo a mi hija, es que yo la quiero criar libremente pero también tengo miedo de que le pase algo, y ahí es donde a veces le digo ‘¿pero vas a salir vestida así?, no, no, perdón, pero cuídate, pero tranquila, en el celular’. Es una confrontación interna, es un miedo, es un no saber cómo actuar, y creo que en el día a día nos va pasando mucho. Con la religión ni se diga: una de las personas que más amo en la vida es mi hermano mayor, que es gay, y cuando voy a la iglesia a veces digo ‘¿qué estoy haciendo en un lugar donde mi hermano no es bien recibido?’ Entonces es como que me voy alejando. Todos los días son pequeñas luchas, pequeñas contradicciones”.
Valeria: “Para mí una contradicción, en lo que se refiere a las tareas domésticas o la crianza de los niños, es por ejemplo cuando a mi esposo, que es bastante feminista, muchas veces no lo dejo hacer completamente las cosas porque soy víctima de ese mal de creer que a veces todo lo tengo que hacer yo para que se haga supuestamente de la mejor manera posible, lo cual es una forma de control que de alguna manera regresa y me hace daño, porque al fin y al cabo entonces muchas veces acabo haciendo las cosas sola porque no quiero relegar ese control que tengo sobre algo. Entonces, tengo un esposo dispuesto a mucha cosa, pero soy yo la que no lo dejo también. Y ahí está mi contradicción”.
️🎙️ Es que nadie lo hace igual que uno, así pensamos siempre. Pero ya a estas alturas, con el cansancio que nos cargamos, pues con que lo hagan, no importa quién, pero que lo hagan. Antes de despedirnos, yo sé que todas tenemos un placer culposo y me encantaría saber cuál es el de ustedes. Por ejemplo, empiezo: a mí me encantan los videos de los granos, una cosa espantosa en Facebook, pero la doctora Pimple Popper tiene en mí una seguidora y Facebook me lee -qué espantoso- porque cuando estoy muy estresada y voy a Tik-Tok lo único que me sale son videos de gente sacando granos. Es un placer culposo espantoso, y se los confieso.
Dagmar: “Quizás yendo por ese camino, el placer culposo de ver los gatitos. En la economía de la atención, esos videos de animalitos te quitan tiempo. Tengo otro placer culposo que es el pan, me encanta el pan”.
️🎙️ ¡Qué rico! ¿De dulce o saladito con mantequilla?
Dagmar: “El de masa madre es el que más me gusta”.
Liliana: “Las papitas con chamoy. Mis hermanos me dicen que yo salgo demasiado barata y que todo lo echo a perder porque todo se resuelve con unos doritos con chile, limón y chamoy. Pero además me encanta sacar los granitos. Mi esposo es moreno, como afroamericano latino, y se le entierran los vellitos en la barba, entonces se los empiezo a sacar con las pincitas de sacar las cejas. Ese es mi placer culposo”.
Lu: “Mi placer culposo se llama Chayanne, el único, el dueño de mi corazón. En serio, yo creo que en realidad el placer como tal, cuando uno no tiene tiempo, se vuelve un tema de culpa. Lo pongo sobre la mesa. Me cuesta muchísimo trabajo ponerme en onda cuando mi cabeza está en todos lados. Me gustaría que pudiéramos nunca hablar de placer culposo sino del placer ejercido y el placer con gusto y con emoción. Creo que es el territorio que a mí me falta por descubrir, el hecho de decir yo voy, soy y me lo gozo”.
️🎙️ La gozadera debería ser obligatoria. Nos faltó hablar de la culpa.
Dagmar: “Y del derecho a la vagancia”.
️🎙️ A mí no me da culpa la vagancia, qué descarada soy. Pero no me da ni un poquito. Podrán atacarme por diferentes frentes, pero ese no.
Beatriz: “Mi placer culposo es comprar. Amo la ropa, amo las bolsas, es mi delirio. Me he vuelto adicta a comprar por internet. A mí me gusta mucho vestir bien, siempre estoy comprando zapatos, bolsas. Siento culpa al final, pero siento un placer enorme, enorme. Mientras que mi novio pague, no es problema (risas)”.
️🎙️ Valeria, ya nomás faltas tú, ¿cuál es tu placer culposo? Además de la pizza…
Valeria: “Vamos a decir que a veces me siento culpable cuando dejo a mis hijos en la casa y me voy a dar un masaje, y luego le escribo a mi madre y le digo ‘por favor, dime que no me sienta culpable, los niños quedaron llorando’. Porque, claro, no quieren que se vaya su mamá. Pero mi placer culposo secreto es la forma en la que me encanta comer cosas dulces: desde chica lo hago a las escondidas. Es decir, me voy comiendo un poquito en vez de servirme un plato grande, voy de a poquito y como quien dice me acabo todo el pastel en un día, pero lo fui haciendo de a poquito en el transcurso del día. Soy muy culposa con esa manera de comerme dulces”.
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